Del corazón de la democracia local a la felicidad
El próximo mes de octubre se celebrará en Valencia la 15ª sesión de la Conferencia de Ministros responsables de las Entidades Locales y Regionales de los países miembros del Consejo de Europa. Nuestra ciudad tendrá el honor de acoger a representantes de los 46 miembros del Consejo para hablar del gobierno y la vida pública locales y me parece una ocasión excepcional para reflexionar y dialogar acerca de la participación ciudadana y de cómo ésta tiene que ver con el buen gobierno de nuestros Ayuntamientos, el propio concepto y extensión de la ciudadanía y con la calidad de la democracia.
Prueba del gran interés y trascendencia que se da a esta materia en el ámbito europeo es que uno de los ejes de la conferencia ministerial sitúa al “ciudadano en el corazón de la democracia local”, con un criterio que comprende “esencialmente la participación de los ciudadanos en la vida pública local y la exigencia de mayores estándares de ética pública.” La regeneración de la política pasa por la construcción de una ciudadanía más exigente y participativa. Como ha señalado Victoria Camps, uno de los déficits de las democracias actuales es la indiferencia hacia los asuntos públicos, ya se refieran a la ciudad o la sociedad en su conjunto. Por eso la participación ciudadana se ha convertido en un asunto de interés político de primer orden. En toda Europa asistimos a la preocupación por la creciente desafección de la ciudadanía por la cosa pública, el debilitamiento y transformación del tejido asociativo, la necesidad de una regeneración y renovación democrática y, en fin, la exigencia de la redefinición y fortalecimiento del espacio público.
En ese contexto, el ámbito local aparece, sin duda, como un espacio privilegiado, por su cercanía al territorio y la vida cotidiana, en el que la ciudadanía y las propias instituciones pueden propiciar y estimular una mayor implicación ciudadana. Es el ámbito de la proximidad, el terreno más propicio para acercar la política a la ciudadanía, para potenciar esa participación que no florece de forma espontánea. Pero es preciso abonar el terreno. Con esta idea el Comité de Ministros del Consejo de Europa aprobó una Recomendación (la 2001) sobre la “Participación de los ciudadanos en la vida pública local”. En ella se establecen “Los principios esenciales de una política de participación democrática”, de los que me interesa resaltar especialmente algunos. En primer lugar, la importancia de garantizar a los ciudadanos el acceso a una información clara y completa y a participar en las decisiones importantes, dos objetivos vinculados a la transparencia y la responsabilidad que van necesariamente unidos. En segundo lugar, aquellos principios que se refieren a la generación y fortalecimiento del tejido cívico, como son la búsqueda nuevas vías para reforzar el espíritu de ciudadanía y promover una cultura de participación democrática; el desarrollo de la conciencia de pertenencia a una comunidad y el estímulo a la responsabilidad y contribución a la vida de ésta, o el impulso al papel de las asociaciones como socios esenciales del desarrollo y el mantenimiento de una cultura de participación, y como fuerza de entrenamiento para la práctica de la participación democrática. Asimismo, la Comisión Europea pone el acento en determinados colectivos, como son las clases de ciudadanos que se enfrentan a las mayores dificultades para participar de forma activa; e incide en la necesaria representación equitativa de las mujeres en la política local y en el potencial que la infancia y la juventud representan para el desarrollo duradero de las comunidades locales.
Se trata de principios que deberían ser suscritos por todas las autoridades locales, no para quedarse en una mera declaración de intenciones sino como firme compromiso en la aplicación efectiva de una política de promoción de la participación de la ciudadanía en la vida pública local. Este es el debate que los valencianos vamos a tener el privilegio de acoger y observar de cerca en nuestra ciudad al más alto nivel europeo. Podría ser una oportunidad para animar nuestros conciudadanos y a nuestras autoridades locales a hacer del Ayuntamiento de Valencia un ejemplo de participación democrática. Las mujeres y los hombres socialistas creemos vivamente en ello. Nos gustaría, por ejemplo, hacer realidad unos presupuestos más participativos y siempre he dicho que me encantaría que Valencia fuera “la ciudad de los buenos consejos”. Y sería muy deseable que la ciudad tuviera ya constituido ya su Consejo Social, un órgano de participación que habría tenido información de primera mano y hecho las pertinentes propuestas sobre los grandes proyectos y retos que Valencia y los valencianos tienen ante sí en este momento apasionante. O intervendría en la importante e inminente revisión del Plan General de Ordenación Urbana.
Sumémonos, en todo caso, a la aspiración de situar a la ciudadanía en el corazón de la vida local como propone la anunciada Conferencia de Ministros europeos que se celebrará en nuestra ciudad. Al fin y al cabo, como han apuntado los estudios de Bruno Frey y Alois Stutzer, un aumento del índice de participación en las tareas políticas tiene un efecto multiplicador en la cuota de felicidad de los ciudadanos. Y como de eso se trata, de la felicidad, el bienestar y la responsabilidad de los ciudadanos, por nuestra parte seguiremos trabajando para que el Ayuntamiento mejore los mecanismos de participación a su alcance.
(*) Portavoz del Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Valencia.
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