25 mujeres asesinadas

En toda la declaración no se menciona ni una vez a los hombres, a los asesinos. Tampoco se menciona una sola vez la causa de que “sigan muriendo”, como si les diera por ahí, por morirse.

La violencia machista procede de una larga historia de desigualdad de derechos, una historia en la que las mujeres son sometidas por algunos hombres en connivencia con un poder patriarcal que ha sido, y aún es, su escenario, su soporte, su aliado y su cómplice.

De enero a mayo de 2013, 25 mujeres han sido asesinadas* por sus maridos, ex maridos, novios, ex novios, amantes o ex amantes. Mujeres de todas las edades. Muy jóvenes muchas de ellas. Que de enero a mayo hayan sido asesinadas 25 mujeres, además de las que han salvado la vida, después de una agresión pero que están o han estado muy graves y con secuelas, debiera considerarse una cuestión de Estado. Exige una aparición-declaración del presidente del gobierno. Lo sería y así hubiera pasado si hubieran sido asesinados 25 policías, 25 políticos o 25 periodistas o… en cinco meses.

A ellas, las han asesinado por el mero hecho de ser mujeres. Es decir, por tener, a ojos de sus asesinos, una consideración de objeto, de algo menor-inferior, propiedad particular que no tiene derecho a decir no o simplemente a mirarle a los ojos. Es una  violencia ideológica, que persigue la dominación a través del terror. Por tanto, es terrorismo.

El testimonio de ellas siempre está bajo sospecha y la veracidad de las denuncias se pone en duda con mucha más frecuencia de lo que es admisible sin comprender y cada vez menos, el terror que las paraliza a la hora de denunciar, el sentimiento de desprotección que tienen metido en sus huesos y lo que siguen aguantando todavía por sus hijos e hijas. Hay mujeres que una y ora vez repiten que el maltrato judicial ha sido peor que las palizas de su maltratador. Encima  se ha creado un espejismo de que la ley está protegiendo demasiado a las mujeres y desprotegiendo a los hombres. Cuando no se lleva este tema a culpabilizarlas directamente a ellas de lo que les ha sucedido por no haber denunciado y no constar en las estadísticas oficiales, centrando en ellas el problema en lugar de asegurar que existan los mecanismos para luchar adecuadamente contra esta violencia.

Ahora, después de tres años desvalorizando la violencia de género y solo porque los cadáveres han sido muy seguidos, se habla de un paquete de  medidas  y de destinar un poco de dinerillo. Bienvenidas sean, pero no serán más que un parche si no se ataja el fondo y se apuesta por la igualdad sin género de dudas, ya que es la única vacuna posible contra la violencia de género. Y esto, no cuadra con leyes que eliminan entre otras cosas la asignatura Educación para la Ciudadanía, que promovía entre los y las más jóvenes valores como la igualdad y concienciaba sobre la violencia machista. O con los recortes a las políticas e igualdad en todo le estado, también en nuestra comunidad.

Y será un parche si se sigue sin contar con ellas, con la supervivientes, para realmente enpoderarlas y escuchar que necesitan y como quieren que se haga. Y todo esto, si no se hace no es culpa de la crisis. Es simple y llanamente por que no se cree en la igualdad real y por tanto en la capacidad de decisión y elección de las mujeres.

La Ley Integral que se aprobó en 2004, lejos de ser ignorada, debería estar siendo evaluada, completada y cumplida. La ley Navarra del 2002, también. No sirve querer elaborar una nueva sin saber que se ha cumplido y que no de la anterior (la gran mayoría) y en base a ello que ha funcionado y que no. Y mucho menos hacerlo a toda prisa solo para decir que hacemos algo.

Y por aquello de ver en el ojo propio, estaría bien reconocer que la violencia machista no ha recibido la atención que debería, tampoco desde la movilización ciudadana. Como dicen activistas y asociaciones desde las redes sociales: «Cuando haya una manifestación de indignados contra la violencia machista habrá comenzado su fin».

Yo, aunque no creo que la responsabilidad sea la misma, si que creo qué «Ni la sociedad  ni el Estado está haciendo lo que tienen que hacer». Y como muchas mas, “Quiero dejar de contar muertas, para empezar a contar con las vivas”.

*Fuente: Red de mujeres contra la violencia de género