Berlusconia

Señoras y señores. Aquí, Berlusconia, el paraíso de los Europeos de Pro. Un territorio cada vez más extenso que simbólicamente nació allá por el año 2009, en la mansión del primer ministro italiano, cuando un listillo pensó que filtrando las fotos del escándalo nuestra idea de Europa se iba ir al carajo. Fue el principio de todo, el principio de nuestro éxito presente. A los pocos días se celebraron unas elecciones europeas que dieron la victoria a la derecha. La crisis del sistema económico, que meses antes había descuartizado los bolsillos y las perspectivas de los europeos, tampoco supuso un problema. Las y los electores votaron a favor de partidos conservadores y liberales, defensores precisamente de los valores que provocaron la crisis económica. Y, encima, los partidos de la izquierda institucional se conformaron con una lectura pueril de los resultados. No hemos sido nosotros, ha sido la crisis, la crisis, la crisis, repetían, cual niños de Kindergarten. Como iba diciendo, el panorama para conseguir lo que hemos conseguido era inmejorable. Los propios europeos, con la ayuda inestimable de los mandatorios que nunca creyeron en Europa, se encargaron de destruir la Europa del Bienestar con su voto. Sin prisa pero sin pausa en la actual Berlusconia hemos logrado que impere la Ley y el Orden. Jornada laboral de 65 horas semanales. Despido libre. Valores cristianos y harenes por doquier. Incluso hemos conseguido que las chicas se olviden de toda esa antigualla de la igualdad. Ya sólo quieren ser azafatas de televisión o amas de casa. A los jóvenes, mientras les pagamos 600 euros, les tenemos entretenidos con las descargas libres en la Red para que no rechisten. Los inmigrantes, supercontrolados, y sólo para los empleos que no queremos realizar. La sanidad, con unas cotas de calidad inigualables, para el que se la pague. Los ejecutivos y presidentes bancarios de la crisis, gracias a las ayudas públicas que se otorgaron entonces, afortunadamente siguieron trabajando por el bien común. En fin, nunca pensamos que la cosa iba a ser tan fácil.