Buses ideológicos

Andan a la gresca los autobuses. Bueno, más que los autobuses en sí, los anuncios que portan algunos de ellos. Bus ateo versus bus cristiano. Los eslóganes, «Probablemente, dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta» versus «Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo». La campaña atea se ha iniciado en Barcelona pero los autos de choque de verdad se van a dar a partir del día 26, en Madrid, con autobuses de los dos bandos deambulando por la capital del reino. Frente a tanta campaña y a tanta publicidad petarda se agradece, de veras, que la gente se preocupe por publicitar asuntos serios. Sobre todo cuando el asunto tendría que ser una cuestión de carácter privado, algo que no tendría que trascender al ágora pública. La realidad es bien otra. Lo saben muy bien las personas laicas que han decido asaltar publicitariamente los autobuses porque la Iglesia se impone donde no tendría que imponerse. Lo verdaderamente sorprendente es que a pesar de los numerosos templos, iglesias, escuelas, universidades con que cuentan los cristianos para difundir su mensaje, la Iglesia, en su versión evangélica, ha decidido lanzar su contracampaña autobusera. De esta forma lo que han conseguido a la larga es que el mensaje laico se vea más, que adquiera más trascendencia de lo normal. Además al publicista cristiano nadie le ha debido decir que para pegar fuerte en un autobús los eslóganes tienen que ser menos adustos y energéticos, más sugerentes y abiertos. En ese sentido el «probablemente» ateo le da 100.000 vueltas a la seguridad cristiana y tiene mayores probabilidades de éxito. ¿Y qué pasará si autobuses y pasajeros no coinciden ideológicamente? Probablemente las y los pasajeros cristianos serán mucho más reticentes a moverse en buses pecadores (y quién sabe si alguno incluso se negará a subirse) que los inseguros laicos, que con toda seguridad se reirán si les toca subirse a un autobús cristiano. Vamos, que las probabilidades y las seguridades no coincidan. Es lo que tiene cuando uno se sube a un anuncio en vez de subirse a un autobús.

Publicaciones Similares