Derecho de mujer
La memoria histórica de las mujeres “ejemplares”, condecoradas por Zapatero el día 6 de marzo, con la medalla a la Promoción de los Valores de Igualdad, debe constituir un acicate para todas las personas que estiman que esto de la igualdad ni es asunto menor ni es tarea acabada.
Lo que fue, fue. Y no se entiende por qué se ha olvidado que fue la obstinación y la lucha de unas pocas mujeres juristas, entre las que se encontraba María Telo, una de las reconocidas con la insignia del Gobierno, el motor que cambió el Código Civil, que hasta 1975 en su artículo 1265 colocaba a la mujer casada entre los menores, los locos y los sordomudos que no sabían leer ni escribir. Con seguridad, en su época, ellas no tendrían el acuerdo unánime de la sociedad, ni la comprensión y admiración del cien por cien de las féminas, que víctimas de la ceguera impuesta por el franquismo, nunca se sintieron discriminadas. El Derecho de Familia de hace treinta años era una auténtica cadena que vejaba a las mujeres. Ningún acto de la mujer era factible sin el permiso del marido. Trabajar, sacarse el carnet de conducir, abrir una cuenta corriente…eran imposibles hace sólo unas décadas en esta España nuestra, distinta afortunadamente, aunque todavía encontremos una parte escandalizada por la existencia de un Ministerio de Igualdad. En la actualidad nadie discutiría que fuera necesario revelarse contra la degradante licencia marital. Al menos eso creo, pues nunca se sabe, si en esta tierra de María Santísima para algunos, se añora volver a otros estados más proclives al dominio y a las formas armoniosas de la familia de toda la vida.
Continuando con el Derecho, nos queda en la memoria más reciente y en el haber de los logros de las mujeres, la Ley Orgánica de Igualdad de 2007, que por cierto no votó la derecha, pero que salió adelante con el respaldo de todos los demás grupos parlamentarios. Hoy, líderes y “lideresas” han excusado esta falta de apoyo, pero harán falta muchos más subterfugios argumentales para justificar la no adhesión en su día a los ejes de esta Ley. De esta manera, dentro de unos años, la apuesta por la igualdad de este texto legal nos parecerá tan necesaria y justa como inequívocamente lo fue aquella reforma del Código Civil, a la que hago referencia más arriba.
La agenda reivindicativa actual obviamente, no es la de nuestras madres.¡Sólo faltaría! Ahora tenemos garantizada la patria potestad de nuestros hijos, la libertad para residir donde mejor nos parezca y realizar trámites sin permiso de padre o esposo. Nuestro tiempo es el tiempo para hablar de responsabilidades familiares a medias, permiso de paternidad, búsqueda de la paridad, no discriminación, menos zancadillas y reparto ecuánime del poder. Cuando pasen treinta años, consideraremos escandaloso que las mujeres cobren por el mismo trabajo menos salario, y calificaremos de gran injusticia, la penalización permanente que sufre la mujer con cargas familiares (hijos y mayores) al tener que abandonar sistemáticamente una vida laboral activa acorde con su preparación (fenómeno del Mummy Track).
Si observamos la historia y la situación de la mujer trabajadora con gran angular, confirmaremos que no hay razón para bajar la guardia, de ahí la pertinencia de celebraciones y reconocimientos a las mujeres que son ejemplo de coherencia y que visionaron una realidad más igualitaria. Hay jóvenes en los institutos a las que todavía no se les ha explicado el significado del mítico “techo de cristal”, que no se revelan contra los conatos de malos tratos por parte de sus compañeros y que no tienen muy claro que la igualdad es un derecho que hay que mimar, consolidar y salvaguardar.
Si trabajamos por educar a la sociedad, si abrimos las puertas de la escuela, la universidad y el conocimiento a las mujeres, éstas encontrarán en el Derecho un aliado para vivir una vida plena de libertades y oportunidades. Cuando se legisla con sensibilidad hacia la mujer no se atenta contra nada, ni se minan los cimientos de la familia, ni de la vida, sólo se apuntalan fuertes pilares para la realización personal y la fructífera convivencia.
Aunque en la vida pública encontremos mujeres de distinta condición y pensamiento y de alta cuna se pase a baja lengua (v.g. Sra.Aguirre) celebremos el marzo de las mujeres ejemplares; felicitemos a Amelia Valcárcel, Carlota Bustelo, Marisa Mediavilla, María Telo y cómo no, felicitémonos todas.