El mundo que queremos. Respuestas feministas a los desafíos mundiales

Este título comprende dos partes. Una se refiere al mundo que queremos. Se trata, pues, de trazar el horizonte de nuestros deseos y aspiraciones, imaginando casi como debería ser un mundo ajustado a los valores que defendemos en tanto que feministas y,  en mi caso, en tanto que socialista.

Y la segunda parte esta orientada a construir propuestas capaces de responder- de forma más realista e inmediata, entiendo- a los desafíos mundiales. Desde este enfoque, celebro, en primer lugar la posibilidad de recordar los grandes valores que han dado impulso y vida a los avances sociales y políticos de los últimos siglos: el liberalismo inicial y la construcción de la ciudadanía y de sus derechos fundamentales, la proclamación de los Derechos Humanos Universales, las luchas obreras y la dignificación no solo del trabajo sino de sus condiciones, la fuerza de la extensión de los Derechos Humanos a las mujeres gracias al feminismo, el papel de los partidos socialdemócratas….

El mundo que queremos es un mundo que defiende a rajatabla las conquistas realizadas sobre todo en los tres aspectos fundamentales: Derechos Humanos, Ciudadanía – que incluye la pluralidad en todas sus dimensiones económicas y sociales- y el Feminismo como postura teórica y practica que permite realizar un análisis radical de la realidad pasada y presente, así como ofrecer alternativas a un mundo que no nos gusta.

El mundo que queremos es un mundo sin exclusiones por razón de  género, de lugar de nacimiento, de recursos económicos… Es un mundo plural, tolerante, comunicado y solidario. Y este es un mundo que hay que consolidar. El mismo siglo que nos trajo los avances sociales, la misma Europa  de los derechos ha sufrido graves quebrantos  no solo materiales y humanos, sino también simbólicos y de valores, en sus dos grandes guerras y en los exterminios varios que las acompañaron. Nunca, hasta el s. XX, las dimensiones y la trascendencia de la destrucción  había alcanzado los límites a los que se llegó en nuestra  “civilizada “Europa. Una Europa que sigue estando en precario y se cuestiona, frágil, ante las nuevas formas de mundialización.

¿Cómo  podemos responder  desde el feminismo a los desafíos mundiales?

De esta cuestión, rescato la palabra “mundial”  Y también la idea de que hay que trabajar – no tanto con los principios, que también ya que ninguna acción es neutral- sino con propuestas que tengan un sesgo mundial, ya que mundiales son los problemas que nos plantea la actualidad  globalizada.

  1. Dado que la desigualdad por motivo de sexo es un hecho universal, hay que buscar  la igualdad a través de instrumentos, organizaciones y culturas que tengan un alcance universal. Algunos grandes pasos se han dado en esta Dirección. Desde Naciones Unidas, desde la OIT, desde la Internacional Socialista de Mujeres, desde la Organización de Estados Americanos y el MERCOSUR,  se pretende hacer llegar el mensaje y las propuestas políticas que derivan de la voluntad de igualdad a todos los países del mundo.  Y aunque sabemos la enorme distancia que existe entre la igualdad legal- reconocida casi en todos los países del mundo- (casi…) sabemos también la fuerza que  mantienen las tradiciones, las culturas, los integrismos variopintos…, los poderes, en definitiva,  para mantener a las mujeres en situación de explotación económica y laboral y sumisión  individual, amen de las violencias de todo tipo de las que es víctima.
  2. Sabemos de primera mano, y la historia nos lo  ha contado, la estrecha relación que existe entre la falta de libertades, las debilidades de la democracia, los integrismos ideológicos y prácticos y el desprecio por los derechos de las mujeres. Existe  una relación directamente proporcional entre la democracia y su profundización  y el desarrollo de las mujeres lideradas por el  o los diversos feminismos.Trabajar por la democratización no solo política, sino social, laboral y de la vida cotidiana es trabajar para las  mujeres y la realización de sus derechos. Es este un principio aplicable a todas las partes del mundo. Cualquier forma de integrismo se ceba siempre, en primer lugar en las mujeres, el eslabón más vulnerable de la ciudadanía.
  3. “El rey esta desnudo”, ha descubierto para  algunos con asombro, para otros con cinismo y para la mayoría  algo sabido. Esta crisis que afecta al trabajo, a los más frágiles y  a las clases medias europea, pero que resulta nefasta para los más pobres de los países pobres, ha roto, esperemos que para largo tiempo, el discurso del mercado como gran regulador de la vida colectiva. Ha mostrado sus vergüenzas y ha vuelto a poner de relieve el papel que los Estados, las Instituciones supranacionales y los gobiernos deben jugar para garantizar la vida de la ciudadanía, el derecho a un trabajo digno y unos mínimos de protección social para todos. Las mujeres, sus trabajos, su menor protección y su vulnerabilidad deben estar ahora en un primer plano. Deben decir como queremos re-construir la vida social ye económica, cuales son nuestras prioridades  tanto en lo político como en la vida familiar y laboral.
  4. De ahí el papel de lo político. La política debe recuperar su dignidad, el valor de búsqueda del bien común, de articulación y expresión de la vida colectiva. Y para hacerlo debe contar no solo con la presencia de mujeres convencidas de la necesidad de luchar por los derechos de todas las mujeres, sino también convencidas de que deben estar dispuestas a que su presencia  ayude a construir un feminismo de mayorías capaz de llegar y expresar a todas las mujeres sin excepción. Y que debe poder cambiar las prioridades políticas. El alejamiento progresivo de la ciudadanía respecto a los partidos políticos nos señala una y otra vez lo errado de las últimas tendencias políticas.
  5. En efecto, los objetivos, la cultura, los estilos patriarcales o misóginos de las organizaciones partidarias o sindicales siguen, a pesar de los avances realizados, priorizando algunas cuestiones que son, como mínimo, discutibles, mientras la vida diaria de la ciudadanía transcurre por otros caminos, se nutre de  otros mensajes, vive amarrada a una realidad compleja, dura y de difícil manejo. Algunos ejemplos tenemos de cambios positivos en este sentido: políticas públicas de tiempos, reorganización de los espacios, servicios de proximidad, revitalización de algunas propuestas participativas…
  6. Hay que construir una nueva agenda política, cosa que se esta ya iniciando con fuerza: El rechazo a todo tipo de violencia, la oposición a las guerras, el análisis de las autenticas necesidades humanas que requieren `políticas de “cuidados” que deben ver la luz pública, así como analizar mejor los poderes y sus usos.
  7. Es en este punto donde el feminismo tiene por una parte respuestas y preguntas, retos y realizaciones. La larga historia de la conquista de los Derechos Humanos de las mujeres, debe ahora completarse con la construcción de una nueva Agenda, capaz de actuar en política, en la sociedad y en los valores y en la cultura. Con proyectos globales que se apoyen en las Instituciones existentes en las que hay que penetrar, a las que hay que ir “invadiendo”, exigiendo la paridad en la toma de decisiones. E introduciendo nuevas cuestiones, nuevos estilos que respondan mejor- por motivos de número, de proximidad a la realidad, por razones ligadas a la fuerza constructiva  de una mirada nueva sobre la política a la capacidad de conectar con las mayorías que ha sido siempre patrimonio de las mujeres.
  8. Colocar al Ser Humano y sus necesidades más profundas y menos mercantilizadas en el centro de la vida política es tarea del feminismo. Y diseñar políticas adecuados al ser humano, hombre y mujer, pobre o rico, joven o viejo, es tarea del feminismo. Es tarea de ciudadanía. Aquí y  en todas las partes del mundo donde las mujeres dan y sustentan la vida diaria, manejan economías, gestionan vida colectiva, ellas  deben hacer oír su voz pública.

Octubre 09

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