El voto de las mujeres. Escuchar, hacer, explicar
La mejor estrategia electoral es siempre estar al lado de la libertad, la ética ciudadana, la democracia participativa y los derechos humanos, hay que recordar que los derechos de las mujeres lo son.
La Constitución aprobada en 1978, fue elaborada por unas Cámaras que eran fiel reflejo de la sociedad española de aquel momento, marcada por la desigualdad real entre mujeres y hombres. Por ello sólo veintisiete mujeres formaron parte de las Cortes Constituyentes. A pesar de representar solo el cinco por ciento del total de sus componentes, su presencia y aportaciones fueron más que testimoniales y se empeñaron a conciencia en perfeccionar nuestra Constitución, en cuanto proyecto político de futuro del pueblo soberano1.
El texto constitucional recoge la igualdad sin distinción de sexo, raza o religión. El voto de las mujeres es decisivo en las elecciones, somos el 51% de la población, es un voto autónomo que nace de una toma de decisión personal y por tanto un voto de calidad, que hay que ganarse, a las mujeres se nos tiene que convencer.
Ante las ofertas de unos y otros, para decidir a quién votar las mujeres no podemos olvidar algunos hechos:
1. Los desarrollos legislativos de los últimos 8 años (2004, 2005, 2010) han consolidado los derechos de las mujeres y garantizado la igualdad legal, nos falta la real que viene dada por los usos y costumbres aferrados en los comportamientos sociales de generaciones de hombres y mujeres.
2. El paso de la igualdad legal a la real necesita el impulso de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de nuestros derechos, sumado a la fuerza de cada una de las mujeres que no debemos consentir la desigualdad, apoyadas en los derechos y obligaciones establecidos, desde que se aprobaron estas tres leyes: Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de Marzo para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, junto a Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo,
3. La igualdad es ya por tanto, un derecho reconocido en nuestra legislación, y atentar contra ella puede ser un delito.
Ahora llegan otra vez las elecciones generales, y debemos estar atentas a las propuestas que nos afectan como ciudadanas, saber distinguir entre quién propone mantener y sostener la igualdad y su cumplimiento real, y quién habla de la mujer en el vacío, en singular como si fuéramos idénticas y por tanto sustituibles, sin concretar un discurso emancipador, sin hablar de sus derechos, confundiendo intencionadamente a las mujeres con la familia2 y que además, impugna en el Constitucional las leyes que nos defienden.
Y siempre, sin olvidar que las cosas de las mujeres son las cosas de toda la sociedad.
Las mujeres hemos conseguido la implantación social del respeto a los derechos y libertades. Se celebra el aniversario del voto femenino y se reconoce el valor de las personas que lo hicieron posible, ya nadie pone en duda que el sufragio universal no es tal, si no incluye a las mujeres. Pero ¿quién apoyaría hoy la lucha de Clara Campoamor en las Cortes en defensa de nuestros derechos y lo que simbólicamente representaba su discurso de dignidad femenina?
Yo tengo mi respuesta, mi voto no será para aquellos que entre sotanas, crucifijos presidiendo, y corrupción, me quieren llevar 40 años atrás. Pero también exigiré a quienes han defendido la igualdad, que ahora tenemos que pasar de la igualdad legal a la igualdad real sin excusas, ni retrasos injustificados.
Nos hablan de escuchar, hacer, explicar. Agradezco la oferta de la escucha, pues llevamos muchos años, siglos incluso, argumentando la igualdad con la palabra y algunas veces con la vida. Deseo que la escucha lleve a un diálogo que fundamente el hacer, todo lo que queda por hacer a pesar de lo avanzado. Explicar, si espero una explicación de cómo superar las dificultades sin que volvamos a ser las mujeres las víctimas directas de una crisis que no hemos creado y en la que no se nos consulta, ni se tiene en cuenta como agentes sociales.
La mejor estrategia electoral es siempre estar al lado de la libertad, la ética ciudadana, la democracia participativa y los derechos humanos, siempre hay que recordar que los derechos de las mujeres lo son.
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1 Cfr. el trabajo colectivo dirigido por Julia SEVILLA: “Las mujeres parlamentarias en la legislatura constituyente”.
2 Los gobiernos de la derecha han cambiado los organismos de igualdad, por organismos de “la familia” con un modelo tradicional, vinculando los derechos de las mujeres al entorno familiar, perdiendo así su carácter individual y de sujeto histórico.