Histeria

La histeria irrumpe como una apisonadora en las agendas públicas de varios países. Léase Italia. Una pandilla de energúmenos se atreve a dar lecciones de humanidad a un padre que ha convivido con su hija en estado vegetativo durante diecisiete años. Lo peor no es esa testosterona colérica ataviada de una moralidad de pacotilla apostada en el hospital donde Eluana Englaro ha pasado sus últimas horas vegetativas. Son los politicastros que histéricamente quieren forzar la maquinaria legislativa para saciar el ‘hooliganismo ideológico’ los verdaderos responsables de la irracionalidad pública. Léase Madrid. Dosieres internos, seguimientos clandestinos, viajan histéricamente por las tripas políticas del gobierno regional. El espectáculo de la comisión de investigación se asemeja a una escena mafiosa de una peli de serie B. Por si esto fuera poco, Garzón inicia la investigación de una trama corrupta que también afecta a cargos públicos del mismo partido. La histeria madrileña ha conseguido que el interés en las elecciones vascas no sea tan evidente. Por lo menos durante la precampaña. Durante las últimas fechas el monotema vasco se ha cogido unas vacaciones mediáticas. Por unos días hemos pasado del Euskadi como problema al España como problema. Ibarretxe, López y Basagoiti apenas consiguen asomar la cara en los noticiarios estatales. Lo confieso. Estoy muy sensible con las prácticas histéricas. Desde que tengo la TDT en la tele me he enganchado a los canales coléricos. No puedo pasar sin mi dosis diaria de Libertad Digital, Intereconomía, Popular TV. Espero que no tenga efectos secundarios. Para compensar, me asomo a la CNN norteamericana y escucho a Obama en versión original. Por una vez la histeria no viene de USA. Pero sobre todo vuelvo la vista a Beppino Englaro, padre de Eluana. Un caballero que ha sabido responder con elegancia y bonhomía a los poseedores de las verdades absolutas. Un hombre que después de todo lo ocurrido tan sólo desea estar solo. Un hombre que se ha convertido para nosotros en un remanso de paz en medio de la histeria general.

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