Humanizar la política: Tarea del feminismo
Conferencia Centro Eurolatinoamericano Mujer y ciudad. Torino.
1. Vamos a referirnos a la política en primer lugar. Entendemos esta palabra como el conjunto de actividades orientadas a pensar, construir y modificar nuestra vida colectiva, aquello que todas las personas tenemos en común, o como dijo Hanna Arendt, aquello que circula entre las personas y que constituye lo que ella también denomina, el mundo… La política, en su mejor acepción, como tarea destinada al bien común, se contrapone por principio a la búsqueda exclusiva del interés y del provecho individual. Contemplada desde esta perspectiva, la política es una de las mas dignas tareas a las que un ser humano puede dedicar su esfuerzo y su vida
2. La política, la actividad pública así entendida, ha sido patrimonio casi exclusivo de los varones a lo largo y ancho de toda nuestra historia. Mientras las vidas de las mujeres se han consumido en la oscuridad de la privacidad, lejos de los focos, de los escenarios, de las noticias de papel, lejos del cada vez más poderoso lenguaje de los medios de comunicación, de aquellos que han dispuesto del poder del discurso, de su propagación, de las cátedras, de las leyes. Y sobre todo del monopolio del uso de la fuerza que conforma el Estado. Discursos, leyes, justicia, policía y ejércitos han sido los instrumentos a través de los cuales nuestras sociedades se han organizado o desorganizado, han estado en paz o en guerra, han usado la diplomacia o la violencia, han establecido instituciones de diálogo y pacto o han inspirado la exaltación de instintos primarios, de odio entre vecinos y la construcción de identidades excluyentes. En todo caso ha construido la política en términos de grandes cuestiones que olvidan al ser humano concreto, el de aquí y ahora.
3. El discurso patriarcal ha dominado la vida política subyaciendo a todas las decisiones públicas tomadas en los últimos doscientos años tanto en su versión progresista (con un cierto fracaso de la Ilustración para otorgar igual dignidad a todos los seres humanos…) hasta el mas nefasto de los fascismos. La ausencia de otra voz, la de las silenciadas mujeres, la de la otra mitad de la población ha dejado una profunda huella. Desde la izquierda el error se ha centrado en apoyar la decisión política en una causalidad mal entendida ( cuando haya justicia social, cuando la clase obrera se libere, las mujeres serán libres: este es un asunto que se resolverá cuando termine cualquier tipo de explotación) La practica política ha seguido ciegamente los distados del discurso patriarcal animado por principios de igualdad y justicia que no han encontrado, sin las mujeres, forma suficiente ye efectiva de encarnarse en la vida y en la cultura política. Otra ha sido la posición conservadora que ha propagado militantemente una única imagen de mujer sumisa, cuidadora y destinada – en el fascismo en formas totalitarias de marxismo – a crear hijos para la patria. Para decirlo de una forma simple: para el feminismo la tarea realizada con la izquierda ha consistido en obligar a aplicar los principios y valores que dice defender. Mientras que la coincidencia entre principios y práctica política en la derecha, les ha dejado sin posibilidad de hacer otra cosa que no fuera o bien seguir como siempre o bien, en aras a la rentabilidad electoral, practicar la promoción de las mujeres, sin discurso renovado.
4. Constatamos la enorme distancia existente entre la política y la ciudadanía. Dicha distancia se manifiesta tanto en el abstencionismo electoral como en las expresiones cotidianas de la ciudadanía. La distancia entre la experiencia subjetiva, individual de cada persona y los contenidos y formas de hacer la política es enorme. La ciudadanía, como tal, difícilmente se siente representada ni atendida en sus problemas cotidianos, en aquellos que atañen a su subjetividad. Subjetividad entendida como la versión individualizada, la traducción, el eco, en términos personales de los asuntos colectivos. Y a la vez, es la versión individualizada, personalizada de la actividad externa de la ciudadanía que se inserta y redefine los asuntos públicos. Por otra parte, los escándalos, la corrupción y las decisiones de los poderes que lesionan los derechos humanos no hacen más que ahondar en las distancias. Hay que replantear con seriedad tanto la relación entre la subjetividad y la política como el peso que en ella debería tener la ética.
5. Humanizar la política equivale a feminizarla. Humanizar la política requiere, en primer lugar, revisar nuestra concepción del “ser humano”. De él tenemos tan solo la versión que ha sido definida por la historia que los varones poderosos han escrito, aquellos que han dispuesto de la palabra, la construcción de la historia, la literatura, las ciencias y han podido definir su identidad , sus intereses y lo que es bueno para el ser humano.
6. El Ser humano es, en primer lugar hombre y mujer. El ser humano es un ser vulnerable ala vez que resistente y fuerte. Es capaz de solidaridad a la vez que egoísta. Es capaz de compasión y altruismo a la vez que de odio y crueldad.
7. Poner al ser humano en el centro de la vida política ¿Qué significara pues? En primer lugar, incorporar al discurso y a la práctica pública, la visión, el sentir y el pensamiento de la mitad de la ciudadanía. La que ha sido silenciada durante siglos. Y que es experta en cuidados, en mantenimiento de las vidas humanas, en trabajos de reproducción, en “infraestructuras de la vida “. Sin estas aportaciones, la política va a seguir hipertrofiando algunos de los rasgos más agresivos de la humanidad: aquellos que en la distribución de cualidades humanas, han sido atribuidas a los varones. Primera condición pues: incorporar de forma igualitaria a las mujeres a todas las instancias de poder real, de opinión que ataña a la vida pública.
- La lucha por la igualdad – en esta línea- es fundamental.
- Sabemos ahora que la desigualdad genera malestar individual y social tanto en el interior de un país como entre diferentes países (Ver Doc. Igualdad. Fundación Campalans)
- La aproximación a lo cotidiano, a sabiendas de que la vida cotidiana resulta ser la terminal de las grandes decisiones que se toman en el ámbito político. En este sentido el modelo de estado, los procesos descentralizadores, la vida municipal, son instrumentos fundamentales de aproximación de lo político a la vida de la ciudadanía.
- Erradicar o por lo menos “desnaturalizar” el uso de la violencia. Considerar el peso destructivo de su uso. Valorar los sufrimientos que acarrea. Erradicarla completamente como forma de solventar los conflictos internos y externos. Comprender hasta qué punto es el resultado de la falta de una visión amplia del ser humano y de la forma única de resolver los conflictos.
- Trabajar desde la proximidad para que la política se haga comprensible. Para que subjetividad y política vayan tejiendo redes de aproximación. Es fundamental, para ello, que la política municipal contenga propuestas de auténtica voluntad participativa. Que funcionen los canales de escucha y de elaboración activa de las propuestas ciudadanas.
- Potenciar la vida comunitaria. Recomponer lazos y vínculos que rompan el aislamiento que propician las grandes concentraciones urbanas, la competitividad y la manipulación de las necesidades básicas en función del mercado. Analizar y poner remedio a la geografía de las soledades.
- Atender, en la medida de lo posible, al sufrimiento humano. Siempre existirá un sufrimiento humano sobrante y, tal vez inevitable. Pero si se puede acompañar.
8. Nada de eso se puede hacer sin la presencia de las mujeres. Sin su agenda nueva y sus nuevas propuestas políticas. Ellas han dicho que lo personal es político. Ahora hay que añadir que lo político es personal. Que aporten sus diferentes e iguales experiencias al quehacer común. Experiencias de siglos que se han fraguado en la oscuridad de la historia y de la vida social. Ellas deben confiar en su experiencia colectiva y personal. Que le den la palabra. Que construyan discurso y relato político. Que actúen conforme a el. E intervengan en lo público con una agenda que humanice, civilice. Que pongan al ser humano en el centro de las decisiones políticas.
Mª Dolors Renau