Indicios y pequeñas trampas
Así, la periodista Carmen del Riego (o quizás la editora o el editor correspondiente) tituló como sigue un artículo: «El Gobierno busca ahora cómo ahorrar en sueldos de funcionarios». He marcado el inefable «ahora» en cursiva porque está cargado de sentidos. Si lo quitásemos nos quedaría una aseveración monda y lironda del tipo: «El Gobierno se propone algo»; el adverbio «ahora» indica con nitidez que en un momento anterior este mismo Gobierno desestimó, negó o incluso criticó la posibilidad de esta medida, como en efecto así fue.
Es tan obvio este recurso que puede hallarse en titulares debidos a otra autoría. El día anterior, Europa Press concretamente dio una noticia con este titular: «El PP dice ahora que no basta con bajar sueldos a los funcionarios y que hay que eliminar empleo público».
Estos días se ha hablado en los medios y en los tuiters de la periodista Sara Carbonero destacada en la Eurocopa para cubrir los partidos y la selección española. No he seguido exhaustivamente el caso y en absoluto su repercusión en las redes, pero sí han caído a mis manos (o a mis ojos) dos artículos de colegas de Carbonero y me han llamado la atención las inocentes pequeñas trampas de alguno de sus argumentos.
En el primero de los artículos, un periodista mide con el mismo rasero las críticas desatadas en la red contra Carbonero y las mofas dedicadas a personajes como David Bisbal, Kiko Rivera o Alejandro Sanz. No la compara, pues, con colegas masculinos de la periodista para saber si delante de un comentario anodino en una retransmisión se trata igual a una mujer que a un hombre.
En el segundo, una periodista alude a la falta de aguante (a su buen entender) de Carbonero y lo compara con la que sí muestra un periodista de TV3 que no dice ni mu por tener clon en el programa satírico Crackòvia. Los trata como si fueran casos comparables: al menos una locutora (también de TV3) tiene clon en otro programa que tampoco deja títere con cabeza, Polònia, y ni ella ni nadie se ha quejado de ello. Finalmente, compara un ataque en masa desde Twitter contra un periodista de la Cope por espetar lo de «Vaya fiesta, ¿no?» a un jugador del Mirandés cuando acababa de perder la eliminatoria contra el Athletic en la Copa del Rey con los comentarios -por insulsos y de Perogrullo que fueran- de Carbonero. No es lo mismo la mala intención, la burla o la humillación que decir banalidades sobre, por ejemplo, el estado de la hierba. Por verde que sea.