La Condena de Fujimori, un antes y un después

El 7 de Abril el dictador Fujimori fue condenado a 25 años de prisión por algunos de los delitos más sangrientos de su mandato del terror que abarcó  el período  de  1980 a 2000 en Perú.  Para quienes hemos tenido acceso a esa  realidad de represión y crímenes impunes a través del excepcional esfuerzo de algunos artistas e intelectuales peruanos que han sido capaces de levantar la memoria oculta del período  a los ojos del mundo, hemos compartido su alborozo como si de una alegría propia se tratara.  Este espléndido acto de justicia que hoy sucede fue construido en el día a día durante la  larga y difícil investigación de los desaparecidos llevada a cabo por la  Comisión de la Verdad y la Reconciliación, llevada a cabo por el esfuerzo de algunos juristas y fiscales, con el apoyo de la sociedad civil. En su acompañamiento estuvieron implicados año tras año los artistas del mítico Grupo  de Teatro Yuyachkani: expresión quechua que no por casualidad significa “yo pienso, yo recuerdo”.  La excelencia artística de este conjunto de creadores está ligada a la tragedia nacional  porque toda la fuerza de su innovación de lenguaje escénico se genera en su permanente búsqueda de una memoria veraz de la historia reciente de su país. Una de nuestras queridas amigas de Yuyachkani, Ana Correa, me ha contado cómo recibió la noticia de forma vívida y contagiosa, sigue a continuación su carta, pero  antes quiero presentarla como la actriz que en uno de los últimos espectáculos “Sin título”  llevaba escritas a mano en varias enaguas blancas bajo su amplia falda de danzante el interminable texto del genocidio de indígenas que Fujimori consumó. El dictador se sirvió de los centros de salud municipales para esterilizar a mujeres andinas  sin su consentimiento. Algunas cayeron en la trampa al pasar por la consulta por algún motivo, otras fueron recogidas en autobuses en puntos alejados de aldeas de la sierra, so pretexto de revisión ginecológica gratuita. Después de la esterilización se encontraron sin cómo averiguar qué les había ocurrido ni por qué, sin medio para  volver,  ni con qué dinero para comer o curarse. Algunas, muchas,  no consiguieron regresar porque se desangraron en las cunetas del interminable camino de ascenso. Este es el relato que Ana me ha permitido hacer extensivo a las lectoras y lectores de e-mujeres.

“Ayer ha sido un día maravilloso. Tenía clases de entrenamiento corporal en la universidad católica de 8 a 12. A las 9:45 . ya se estaba leyendo la sentencia a Fujimori, así que terminé la clase y le pedí a todos mis jóvenes alumnos, hombres y mujeres entre 17 y 19 años que nos sentáramos a escuchar. A lo largo de la lectura íbamos aclarando algunas preguntas y veía sus rostros de sorpresa y yo misma me iba emocionando con cada palabra. Cuando han anunciado la condena de los 25 años, me he despedido de los chicos y he corrido a Yuyachkani, para cantar, abrazarnos, para llorar juntos de alegría.
Nos ha sorprendido a todos la claridad de la exposición, el pedagógico recuento de los hechos jurídicos, la solidez argumental de la autoría mediata, el revelamiento de la profunda asociación entre Montesinos y Fujimori que la defensa del reo había esfumado como un majestuoso museo al olvido. No nos cabe duda de que Fujimori merecía la cárcel, pero ello ha sido sentenciado por el máximo tribunal de justicia del país, gracias a la labor de los defensores de los derechos humanos y de algunos competentes fiscales. El estado ha reconocido la culpabilidad en crímenes de lesa humanidad de su principal autoridad, del presidente, y ello es un hito, dada la naturaleza precaria de nuestra democracia y la impunidad que reina a lo largo de toda nuestra historia republicana.
Sí, es un avance y un ejemplo para el futuro. Los ciudadanos y los gobernantes comprenderán que el crimen se paga y que se trata de un dictum de la vida civilizada. Y que el poder debe tener límites.
El 7 de abril, se ha abierto un antes y un después en nuestra frágil «democracia defectuosa», y esperamos que la instancia de apelación no sea politizada. Hoy es más urgente que nunca combatir la mentalidad fujimorista que también habita en el alanismo y el empresariado, y gran parte del poder judicial digitado por Villa Stein. Fujimori es culpable, es una frase que deberían taladrar en sus cerebros, porque todos estaremos pendientes de que así sea.
Te envío querida amiga las fotografìas de estas madres y hermanas valerosas a quien fuimos abrazar ayer por la noche con nuestras flautas, tarkas y tambores. Fuimos a acariciar también a la tierra, a zapatear, a gritar de alegría.  Ellas estaban radiantes, sublimes, con otro rostro, otras miradas. Han sido 17 años de lucha incansable y ayer 7 de abril se ha hecho justicia.

Un abrazo cariñoso y  saludos especiales de Dèbora, Teresa y Rebeca.

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