Lisbeth

Esta noche he soñado con Lisbeth Salander, la protagonista de la trilogía Millenium , del escritor sueco Stieg Larsson. Cuando la tuve entre mis manos en formato de libro nunca se me apareció entre la almohada; pero ahora que la he visto en la pantalla del cine a ella o, mejor dicho, a una aproximación de ella, se ha colado en la oscuridad de la noche. Lisbeth está absorta mirando su ordenador. En la vida contemporánea todas las andanzas humanas se encuentran metidas en un chip. Las huellas de todo tipo de crímenes y los rastros de las mejores acciones se apretujan en los circuitos integrados de millones de ordenadores dispersos por el mundo que lo atesoran absolutamente todo.

Un hacker ataca los sistemas de seguridad como los anarquistas del pasado atentaban contra los poderosos. Sólo que con más inteligencia, menos romanticismo y menos desesperación. Lisbeth posee todas las aptitudes para hacer saltar por los aires las seguridades informatizadas de los poderosos del siglo XXI. Tiene una memoria fotográfica y la energía inteligente de los puteados de este mundo que, gracias a la revolución tecnológica, pueden hacer sudar a los ordenamientos de todo calado. Es audaz, autosuficiente y consciente de que una siempre tiene que saber sacarse las castañas del fuego por si sola. Dicen de ella que es una sociópata, que no sabe distinguir el bien del mal, pero tengo mis dudas. Como con Dexter, mi psicópata favorito de la tele.

El escritor sueco asegura imaginó al personaje al preguntarse cómo sería de mayor Pippi Calzaslargas, esa niña feminista, uno de nuestros iconos de la infancia. En sueños, le pregunto a Lisbeth por dónde empezamos a joder al choriceo transnacional. Me mira con cara de póker; seguro que ya está empezando a tramar algo y ha conseguido meterse en las tripas informáticas bancarias. En realidad los bancos ya han contratado a ex hackers para que todo siga bajo control. Un ruido me despierta. Lisbeth no está, aunque lo parece. Veo a M. Soñando quizá con la edición del libro perfecto.