Volver a la tahdi´a (“calming”) sería un paso en Gaza, pero sólo eso
Una amiga me ha preguntado por qué no me he pronunciado en el editorial de enero de 2009 (en www.giocondaespina.com.ve) sobre el asunto de Gaza. De entrada, lo más fácil sería responderle con la mitad de la verdad: que no es un tema para editorializar en una página dedicada al feminismo y a su relación con el psicoanálisis, dos ámbitos en el que –dicho sea de paso– hay tantas simpatizantes de la causa israelí como de la causa palestina y tantas semitas (judías y árabes lo son) como no semitas. No siendo los asuntos internacionales el objeto de mi website, no veo yo por qué habría que hablar del asunto, tan grave como la llamada crisis del gas que amenaza a las poblaciones de toda Europa del Este, literalmente congelada y sin posibilidades de superar la crisis en los mismos días de la invasión del ejército israelí en la franja de Gaza. Esa es la mitad de la verdad. La otra mitad es que en estos días de nuevo preelectorales en Venezuela, una no quiere verse retratada y coincidiendo con quienes de entrada se cuadran con Israel y EEUU que lo apoya, sólo porque Chávez expulsa al embajador de Israel y hay que hacer siempre lo contrario que lo que los chavistas hagan; tampoco quiere verse una marchando con quienes, en lugar de exhortar al cese al fuego en Gaza y a un retorno de las diversas organizaciones palestinas (no hay una dirección única como la hubo en tiempos de la OLP) e Israel a la mesa de negociaciones, se montan la kefia en el cuello para apoyar a Hamas y entran a una yihad (guerra santa) que no les corresponde siendo como son el Estado y el gobierno de todos los venezolanos, incluidos los de ascendencia judía, que no son pocos. Unos y otros no están interesados en averiguar cómo ha sido la situación en la zona desde fines del siglo XIX, cuando grupos de colonos judíos comenzaron a llegar a los territorios que Jehová había prometido a Moisés, según dice el Viejo Testamento. Ni el conflicto es nuevo ni tenemos que horrorizarnos hoy más que en incursiones anteriores de Israel en territorios palestinos (1948, 1967, 1973, 1982, 2002, 2006). Tampoco vamos a horrorizarnos por esa guerra que no cesa cuando hay otros horrores sobre el que parece que no nos conviene enredarnos, como la discriminación de las mujeres y a los y las homosexuales en países islámicos con los que tenemos intereses comunes, algunos miembros de la OPEP sin ir más lejos. El “problema palestino” como incorrectamente se le dice no comenzó, pues, anteayer; ni siquiera comenzó el año 48 con la Resolución de la Sociedad de Naciones que acordó la creación de dos estados, Israel y Palestina, en los territorios que hasta ese momento se llamaban Palestina y eran un protectorado británico al terminar la segunda guerra mundial. Que haya sido una mala Resolución la del año 48 es una cosa, pero que hay que cumplirla y cumplirla todos, palestinos u judíos, es otra cosa. La deben cumplir Fatah (el partido del Yasser Arafat y su sucesor, Mahmoud Abbas, ambos a la cabeza de la ANP, Autoridad Nacional Palestina, una de las conquistas de Oslo) pero también Hezbollah y Hamas. Ni Israel puede avanzar sobre territorios palestinos con la excusa de que son atacados o podrían ser atacados por los terroristas de Hamas (en Gaza) y de Hezbollah (en el sur del Líbano) apoyados –como están, sin duda, aunque los jefes de gobierno lo nieguen— por Siria e Irán, ni Hamas puede lanzar misiles y cohetes sobre poblaciones del Israel, con la excusa de que tienen que responder por las incursiones arbitrarias y con saldo de muertos y heridos de Israel en sus territorios. Es verdad que hay desproporción, cierto que se trata de una guerra asimétrica entre grupos de guerrilla urbana y un ejército bien uniformado, alimentado y con un armamento sofisticado, pero la asimetría no basta para justificar la muerte de israelíes porque el ejército de su país ha matado a un número mucho mayor de palestinos. O sí basta: pero entonces que no hable ninguno de acuerdos de paz permanente. En pleno desarrollo Para buscar acuerdos cada parte debe reconocer la existencia y los derechos de la otra parte y eso es lo que jamás ha sido posible en el conflicto palestino-israelí. Como es una historia que se reedita cada cierto tiempo, revisar el último conflicto basta para ver cuál ha sido el comportamiento de ambas partes, a lo largo de la historia. Primero, lo de la asimetría. Como a las 11.30 am del día 27-12-8, 90 aviones israelíes descargaron más de 100 toneladas de explosivos a 100 blancos de Hamas (que ganó las elecciones en Gaza, en 2007). Mueren 225 personas y quedan 700 heridos de los calles, 200 de los cuales quedaron en estado crítico. La operación, que lleva el infeliz nombre de Plomo Fundido, arreció el bombardeo el 3-1-9 y los muertos llegaron a 625. El día 6-1-9 bombardean dos escuelas de Naciones Unidas: 3 niños mueren en la Escuela Elemental UN-run Asma y 46 personas mueren y 100 heridos quedan en la escuela Al-Fakhoura. Ese día UN, así como la Cruz Roja Internacional, protestan por la flagrante violación de los DDHH contra la población del millón y medio de habitantes en la franja de Gaza. A quienes le recuerdan al gobierno de Israel su fracaso en el sur del Líbano el 2006 (contra Hezbollah) éste responde que ahora están mejor preparados y que van por Hamas hasta el final, sin retirarse para darle tiempo a que se recomponga, como pasó con Hezbollah. Dicen los que están en la zona que esta incursión israelí no es comparable a la del 2006, sino a la toma a sangre y fuego de Sabra y Chatila en Líbano (1982) y la de territorios de Cisjordania (2002). Segundo, el doble discurso. Unos y otros, están en la mesa de negociaciones pero no dejan de usar las armas. Antes de que estallara el conflicto estaban en una tregua de 6 meses—que comenzó el 19-6-8– mediada por Egipto (en frontera con Gaza, los túneles entre ambos territorios fueron los primeros bombardeados) pero ya desde julio Hamas expresaba que no aceptaba las precondiciones de la contraparte: reconocimiento del Estado de Israel y de la totalidad de los acuerdos de Oslo el año 93 y la ruta de paz (road map) del 2003; en cambio, Hamas llamó a profundizar la resistencia al bloqueo de Gaza y Cisjordania por Israel (agravada con las construcción del muro que ahora todos hemos visto por TV). El día 4-11-8, es decir, mucho antes del 19-12 (día que concluía la tregua), Israel lanzó una incursión que dejó 6 muertos de las Brigadas Qassam, denunciada no por Hamas sino por Mary Robinson, comisionada para los DDHH de UN, quien deploró la indiferencia internacional con tal violación de los acuerdos. No es de extrañar entonces que la población de Gaza, incluso la gente de Fatah y la gente que nada tiene que ver con Hamas, apoyara en Gaza a Hamas por no firmar el acuerdo de tahdi´a (“calming”, pacificando). Hamas rechazó el día 8-1-9 la propuesta que Francia y Egipto hicieron en relación a un alto al fuego de las dos partes, porque consideran que sería una ayuda a Israel cuando está siendo derrotada, lo cual no se corresponde con las cifras de muertos y heridos y gente imposibilitada de recibir ayuda humanitaria. La Cruz Roja hablaba ese mismo día 8 de colapso sanitario en Gaza. El mismo día 8-1 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó 14 a 0, con la abstención de EEUU, la tregua inmediata en Gaza, pero ya sabemos por donde se pasan las partes beligerantes las resoluciones del Consejo de Seguridad. Recuerden, por favor, las trompetillas que Bush y sus aliados le tiraron a la resolución sobre Afganistán y la resolución sobre Iraq. Tercero, el tope será por razones electorales no porque haya voluntad de paz duradera entre las partes. Las elecciones en Israel son el 10 de febrero y de los resultados militares en Gaza dependerán los resultados electorales. Por otra parte, hoy 9 de enero termina el periodo presidencial de M. Abbas, que anda de gira por Europa, como para que se sepa que no sólo Hamas representa a los palestinos y para recordar que va a la reelección. Desde luego, la votación para la próxima ANP también será afectada por los resultados militares de Hamas, que manda en Gaza desde el 2007 y llevará un candidato que competirá contra Abbas. A palestinos e israelíes les interesa dejar inclinada la balanza de fuerzas a su favor antes del 20 de enero, cuando Obama asume la presidencia de EEUU, el gran aliado de Israel en el Medio Oriente. Inclinada hacia donde quede la balanza, la paz duradera entre Israel (cualquiera que sea el candidato ganador, pues todos son conocidos por tener una posición similar en relación a las organizaciones terroristas o a la izquierda de Fatah) está muy lejos de alcanzarse, de ahí la inutilidad de expulsar al embajador de Israel de Venezuela, tan inútil como la de expulsar al embajador de EEUU en solidaridad con Evo Morales. Si por expulsar a embajadores fuera, ya muchos conflictos se hubieran arreglado. Pero no es así, son patadas políticas en nuestro patio sin ninguna importancia para la resolución de conflictos en cada lugar, ni para cambiar la posición de los aliados de Israel y, ni siquiera, para modificar la posición de países árabes que salvo dos que tres casos, se sienten más cómodos con la representación palestina por Fatah ( que preside la ANP) que por los grupos terroristas que – como siempre y en todas partes– no hacen más que darle más excusas a los racistas y guerreristas de todo pelaje para someter económica, política y militarmente a los países desde donde operan.